viernes, 4 de marzo de 2011

Un edificio rematado con tejados puntiagudos, que recordaba a un castillo de cuento, les dio la bienvenida al Paseo de Gracia. La avenida era tal vez la mayor conquista de las clases acomodadas de la ciudad. Amplia como sus ambiciones y opulenta como sus sueños, se mostraba al mundo con esplendores de escaparate.